2006-08-09

Nunca te seré suficiente, Honey por Gabriela Torres Olivares

“Bite the hand that feeds
Tap the vein that bleeds
Down on my bended knees
I break the back of love for you
I break the back of love for you”

Brian Molko, Post Blue.



si en una pintura la multitud me reclamara

un oscar david sería carísimo *

Porque después del halago que nace de la querencia cronotópica, el halago que aborto de la admiración generacional. Porque soy una trampa que se autovende vendiendo, ofreciendo (less) al camello como subastarme en el eBay.com.

Soñar con Lodo, en la tradición freudiana, tiene un significado ambivalente y extremista. Si sólo se ve el Lodo en el sueño es señal de un bien que vendrá. Ver Lodo diluido en agua es la salvación de un peligro. Entrar en el Lodo significa pesadumbre, prisión, se prevén pérdidas y hay un riesgo de enfermedad larga y penosa. Un sólo cambio en lo onírico, por más mínimo puede ser catastrófico en la realidad. Pero el Lodo, también representa lo puerilis, la infancia, la inocencia. Y la inocencia significa en el saber freudiano del diccionario de los sueños: Nuevas Oportunidades. La Nostalgia es la añoranza por todos los significados y significantes del pasado. Dentro de esta preconcepción se desarrolla la historia de Nostalgia del Lodo. Un simbolismo plurisignificante que se descubre dentro de un montón de giros argumentales como postales cada vez más nítidas, cuando al principio se nos presentan pixeleadas. El desarrollo de la novela estriba en la emancipación de todos los tipos: la de los padres, los amigos, la patria, la sociedad, el amor. La Nostalgia comienza cuando la autonomía no es suficiente, cuando los personajes del pasado comienzan a desaparecer de la tierra y con ellos se va una historia; una página que debe cerrarse para poder continuar con el next to.

En su novela, Óscar David, nos presenta a sus personajes outsiders en una tradición cristiana occidental compasiva con una estructura narrativa poco común en la estilística mexicana y más cercana a la novela fotográfica gringa o europea; esto no es para nada un halago y mucho menos un reproche, sino una analogía de las bondades de la globalización y su efecto en nuestros nuevos escritores: la facilidad de volcar los ojos a las generaciones contemporáneas en el otro lado del mundo. Si se me permite la comparación con sus influencias, he de decir que la tragedia es manejada con un humor peculiarmente negro, muy a la manera del cineasta español Pedro Almodóvar o el director francés Francọis Ozon, por sólo mencionar algunos. Sarcasmo dentro de situaciones nada apropiadas para la risa pero que sin embargo nos hacen aceptar la brutalidad de una rutina de la que ninguno estamos exentos. David, tiene el don de hacernos reír en funerales, ritos formales, de la señora coja, anciana y pobre que cae a un pozo, la capacidad para olvidarnos de la propiedad y tirarnos un pedo frente a la persona amada. Mas nunca a manera de comedia, porque de otra forma debería dedicarse a hacer chistes de literatura panfletaria –por cierto nada desdeñable pero que no cabe en este discurso-. Quiero decir con esto que, Nostalgia del Lodo no es una novela de comedia negra sino una novela con destellos de humor trágico. Porque dentro del simbolismo y la significación de la arcilla antes mencionada, se encuentra la historia de una personaje en constante retorno, y quizá estructurada en la tradición helénica de la Odisea de Homero. O del Edipo Rey de Sófocles en el slang psicológico del ‘cónocete a ti mismo’.

Para Victoria –personaje principal-, La Nostalgia del Lodo es aquella nostalgia por el mejor amigo y amor de su vida: Mario/ Betsy. El Lodo como significante de suciedad pero en la ambigüedad connotativa también como significante de pureza. El Lodo es un return to innocence, el regreso sobre las propias huellas, el retorno por condición y convicción del subconsciente, como extrañar la resaca y por tanto volver a la ebriedad. Un paseo desde lo superfluo –ser porno star- hasta lo humano –ser hija de una familia tradicional y mocha-. Victoria se ve obligada a regresar por la muerte de Mario; no al funeral, sino a resolver las piezas esparcidas en el rompecabezas de su vida. Mario/ Betsy es las piezas restantes para formar la imagen. Es aquí donde cabe mencionar el personaje de Mario, en el cual David nos lo forma en analepsis o flashbacks para dar una perspectiva completa del personaje en cuestión desde los distintos ángulos de su narrador. Una dualidad de personalidad: bi-sexualidad, bi-polaridad, bi-significancia de quien no se busca en el pasado sino se reencuentra con él para así dar forma al presente de la novela.

El trato que Óscar le da a la homosexualidad, pornografía, hardcore, hiperconsumismo es de una carga tan tierna y humana que hasta el más mocho puede cambiar su visión y comprender que tales personajes –también en el mundo real- nos pertenecen: porque de ellos será el reino de los cielos: Al abrir un cajón: abre su pasado. Encuentra una foto de Mario. Ambos muestran sus credenciales de mayoría de edad. Sonríen. Mario lleva un suéter de franjas azules y las cejas recién tatuadas. Recuerda que esa misma noche, Mario debutó en el Antonio’s, donde llevaba casi dos años trabajando tras bambalinas como maquillador y ayudante de vestuario. Victoria le confeccionó un vestido de novia de talle mínimo, con lentejuela y shakira. Mario salió cantando a capela Like a Virgin. Su voz era más aguda que la de la propia Madonna, así que alcanzaba tonos más altos. Te llevaste la noche, papi. Recuerda haberlo abrazado como abrasa el amor […] A ella le gustaba mirarlo ahí. Estático. Esbelto. El chico perfecto, aunque imposible.

Todos son personajes efectos de sus circunstancias. Si alguien es malo no es culpa de su esencia sino de su circunstancia. Como en las historias canibalescas y autodestructivas de la italiana Isabella Santacroce o la historia hardcore vivida a tope del estadounidense JT LeRoy. Diría Borges en La Escritura del dios: “Un hombre se confunde, gradualmente, con la forma de su destino; un hombre es, a la larga, sus circunstancias”. Victoria es sus circunstancias, Mario/Betsy es sus circunstancias, las madres de ambos son tal vez sus circunstancias y les otorgamos el perdón porque de juzgarlos sólo obtendríamos una autocrítica de nuestras vidas.

Es extraño que un escritor –joven además- logre narrar a una mujer de una manera tan identificable para las lectoras. A los autores varones se les nota en la forma, puesto que la perspectiva masculina siempre es desde fuera. La intimidad, lo interno es exclusivo de la femineidad sinónimo de sensibilidad. Y quien logra asexuarse en la creación, logra el mismo efecto en el lector. Pues bien, Nostalgia del Lodo es una novela asexuada, por más travestismo y pornografía explícita, la visión del narrador es de una focalización siempre asexual, nunca juzga ni cuestiona, se comporta como una cámara que todo lo ve; y es aquí donde el autor nos muestra sus dotes de director de cine. Óscar puede continuar con la tradición de las chicas Almodóvar, ahora serían las chicas Óscardavid, así: cercanas al cliché mujeril two thousand, apropiadas de un discurso siempre independentista y rebelde. Pero al final de cuentas, personajes mujeres que se llevan nuestra admiración y nos serán entrañables. La relación madre-hija de principios de siglo plasmada en la novela: Las llamadas de su madre son ganas de cagar a mitad de una escena que comenzaba a disfrutar: su vida. Lejos de la familia y sus líos de moral y religiosidad. Está harta de que su madre quiera reestablecer la comunicación desde que descubrió la fama que tiene su hija en la industria porno. El retrato perfecto de una sociedad regiomontana falsa y de apariencias. Como una gran maqueta con el Cerro de La Silla coronando un set que está a punto de ser derribado. La dualidad del querer ser y el ser de Sartori en el Homo Videns. Una sociedad que se consume y autoconsume en la pretensión.

De tener la capacidad intelectual de introducir a Óscar David dentro de una generación, sería La Generación Resentida, misma que ha superado la generación hedonista porque ya no hay de donde asirse y sólo resta el reproche. Este Resentimiento no es un odio consciente de destrucción. Tampoco una denuncia comprometida a cambiar el mundo. El resentir es eso que plasmo porque es la expresión de mi periferia, de mi crono/topo. Porque así estaban las cosas cuando llegué, sólo me resta embellecerlas y la emancipación es el discurso de defensa perfecto para el que quiere vivir en el Y2k. Porque de alguna manera me siento con el derecho de adjudicarme esta novela como se adjudica la Literatura. Porque tuve la primicia de ella. Porque fui una agraciada al ver su nacimiento y su publicación, así como tengo la satisfacción de verme en este lodo todo mío. Todo nuestro. Y porque puedo hablar de mi mejor amigo, mi vecino, compañero de escuela y de juegos y su infancia a mi lado. Pero hoy tuve que hablar del escritor de mi generación al cual admiro y respeto desde mi inocencia como letróloga. Porque esta novela es el inicio y la punta de lanza-carta de presentación para los que yacen en la provincia. Y puedo decirlo aún y no tuviera todo este background: Nostalgia del Lodo merece todo lo plausible como ópera prima, pues de no conocerlo lo admiraría desde el rincón de mi anonimato. Y lo leería intentando desmitificar no sólo su fondo sino también su forma.


*Fragmento del poema Autorretrato a los 22 de Óscar David López.
Por Gabriela Torres Olivares

1 commentaire:

Anonyme a dit…

Nostalgia. mi palabra favorita. Exito.